viernes, enero 30, 2009

Crisis...

Se me acercó esta mañana. Era mayor, o quizás el frío pasado en la calle haga que parezca más mayor de lo que en realidad es. Es la primera vez que alguien se me acerca a pedir en una gasolinera. Con un español chapurreado me preguntó si le podía dar algo de comer. Le prometí hacerlo después de pagar en la gasolinera. Con el danke que siguió después y el bitte de mi respuesta se le iluminaron los ojos.

Es alemana. Chapurrea español pero no lo suficiente para contar su historia. Mi alemán es malo, muy malo, pero eso no la detuvo. Me empezó a contar. Entendí, como me pasa siempre, frases entrecortadas.

Vino a España siguiendo a alguien, alguna historia de amor, supongo, que acabo con ella en el piso de una amiga. La amiga volvió a Dresden hace poco y ella quedó en la calle. En Alemania no le queda a nadie. Aquí no tiene trabajo ni subsidio de desempleo. Sólo le queda pedir mientras piensa qué hacer con su vida.

Todo esto me contó mientras yo llenaba el depósito. Esto, y muchas cosas más que no entendí. Mientras hablaba, mientras contaba su historia, sus ojos brillaban. ¡Qué ganas tenía de contar su historia a alguien!

Me pidió que le comprara algo de comida. Estaba aterida de frío así que preferí darle algo de dinero para que pudiera comer caliente, en la cafetería de la gasolinera. Me despidió sonriente. No sé en qué se habrá gastado el dinero, pero tampoco me importa demasiado.

Mientras se alejaba del coche y entraba en la cafetería, una sensación de desasosiego me invadía, sensación que no he conseguido quitarme en todo el día. Esta mañana he sido un poquito más consciente del significado real de la palabra crisis.

sábado, enero 24, 2009

Dos...

Cada vez que ríes con tu risa suave
colgada del rojo del auricular,
siempre que sonríes, tus atardeceres
trae el sabor extraño de otro paladar.

Cada noche sueñas, desnuda en tu cama
y el protagonista dejé de ser yo...
Cada vez que que ganas, cada vez que pierdo...
Cada vez que uno y uno, no son dos...

Me retiro y rezo a mi mala suerte
en mi altar desnudo, de guitarra y soul.
Romperé de nuevo con mis viejas fotos,
saldaré las cuentas con una canción.

Quizás quede un hueco en ese Madrid extraño
donde quede un sitio donde recoger
los frutos amargos que deja a su paso
el beso no dado del amanecer.

Búscame entre tanto en el bar de siempre,
con viejos amigos de cerveza y ron,
soñando despiertos, apurando historias,
porque uno y uno, ya nunca son dos.

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Dos no es un poema... ¡Ya me gustaría a mi escribir poesía! Pero no, no doy para tanto...
Con un poquito de suerte y la ayuda de grandes amigos (y mejores escritores y músicos), Dos será el esqueleto de una de las canciones que formen parte de un proyecto musical que, a medida que pasan los días, me hace más y más ilusión.
Por cierto, Dos no me acaba de convencer y todavía le tengo que dar muchísimas vueltas. ¡Se aceptan sugerencias en los comentarios!

martes, enero 20, 2009

Agenda...

¿Cómo puedo ser tan despistado? He organizado toda la tarde de hoy para poder volver pronto a Guada e ir al dentista... Acabo de mirar la agenda, ¡y tengo el dentista mañana!

He estado a punto de repetir la de hace un mes, que me planté en el dentista el día de antes y, tras una hora de espera, la enfermera (que ya me conoce de tanto ir) me dijo: Lucas, ¿se puede saber qué haces aquí si tienes cita para mañana?

Al menos ya casi no tengo la cara hinchada y duele un poquito menos... Ahora, como me tome un nolotil más voy a empezar a ver elefantes azules... :)

lunes, enero 19, 2009

Muelas...

Después de tanto tiempo sin escribir, hubiera molado un cuento, un relato o una historia divertida... pero no...

Me pasé la mitad de las Navidades con dolor de muelas, cambiando polvorones por Nolotil. Acabaron las vacaciones y pedí cita para el dentista. Ese mismo día se me pasó el dolor de muelas. Aún así, fuí al dentista. Me miró las muelas que dije que me dolían y no encontró nada raro. Eso fue el martes pasado.

Esta noche no he pegado ojo y, desde esta mañana, el lado izquierdo de mi cara ocupa el doble que el derecho. Así que ahora me doy al Neobrufén, que dicen que además es antiinflamatorio. Esta tarde pediré hora de nuevo para el dentista. Seguro que el día de antes de ir, se me pasa...

Los que más han ganado con esto son mis compis de curro... ¡No puedo protestar por nada! De hecho, no puedo ni hablar. ¡Con lo que me cuesta a mi estar calladito!

viernes, enero 09, 2009

Incomunicado...

Después de una hora y media intentando salir de la ciudad, he dejado el coche aparcado en el polígono industrial y mi hermano y yo nos hemos vuelto a casa andando bajo la nieve...

Después de que él haya pasado un invierno en Munich y yo en Berlin, está situación no deja de sorprendernos. Hay lugares donde nieva todo el invierno y no pasa absolutamente nada y lugares donde una nevada de tres horas colapsa completamente la ciudad y hace que se corten todas las carreteras y autopistas que la comunican con el resto del mundo.

Así que hoy me quedo en casita. Aprovecharé para recoger un poco, para pasear bajo la nieve, que me encanta, y para hacer fotos, ¡que la ciudad está preciosa!

martes, enero 06, 2009

Cabalgata...

5 de enero... Un año más, salen los trajes del armario y las pelucas y barbas de las cajas. Mientras tomamos un café repartimos los papeles... ¡El de Baltasar está claro! Un año más me toca ser el rey Melchor. Los pajes se visten y salen por el pueblo a recoger las cartas de los niños... Los Reyes nos quedamos, nerviosos, esperando la hora de vestirnos...

Veinte minutos para la cabalgata. Empiezo a vestirme, a teñirme de blanco las cejas... La capa no aparece... ¡Bea! ¿Donde está?... ¡Argh! Voy a por ella. Vuelven los pajes con las cartas. Fuera hace un frío de espanto. Son las ocho menos cinco y a la entrada del pueblo nos esperan los caballos.

Me acerco al primer caballo de la fila. Su cuidador me pregunta: ¿Has montado antes a caballo? Sonrié al oir mi respuesta: Monto una vez al año... ¡El 5 de enero! Subir al caballo con la túnica y la capa no es nada fácil. ¡La gente sonrié recordando la que lié hace dos años!

Las ocho en punto. Comenzamos a cabalgar hacia la plaza del pueblo. Comienzan los nervios. ¡Hay que estar a la altura de las circunstancias! Que no se mueva la barba, que no se caiga la corona, y sobre todo, ¡que no me caiga del caballo al descabalgar en la plaza del pueblo!...

Pero una vez que empieza todo, los nervios se esfuman y el tiempo pasa volando. Las caras de ilusión de los niños, los ojos abiertos como platos, la sonrisa cuando les das su regalo (hay un regalo para cada niño del pueblo), el beso cariñoso con el que dan las gracias, el calor de los mayores, de los padres, de los abuelos... Magia, magia e ilusión por todos los rincones...

Me encantó el detalle de los hermanos mayores, los que conocen el secreto de los Reyes pero que, lejos de pasar de la cabalgata, se acercan con sus hermanos más peques, les llevan a hombros, les acercan a saludar a los Reyes y reciben sus regalos con toda la ilusión del mundo.

Un año más, y van tres, salgo de Alocén con la sensación de que he sido yo el que he recibido un estupendo regalo de reyes...
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Antes de irme, leí alguna de las cartas que habían escrito los niños... Me encantó una que empezaba así...
Queridos Reyes Magos:
Este año me he portado regulín regular... ¡pero es que mi hermana me hace de rabiar!

07.01.09: ¡Ya hay fotos!