lunes, junio 20, 2005

El placer de lo sencillo

Este fin de semana he redescubierto por n-ésima vez el placer de lo sencillo. Y he de reconocerlo... soy simple y me gustan las cosas que son simples, sencillas, fáciles...

El viernes, café, tarta y tándem con Dagmar. No hablamos de nada en particular (tampoco mis conocimientos de alemán dan para mucho), pero es de esas grandes personas que hacen que las horas pasen volando, divertidos mientras yo ayudo a mejorar su estupendo español y ella hace lo imposible porque yo diga dos frases seguidas en alemán, escriba los nombres con mayúscula y ponga alguna coma en las oraciones. Cuando me quise dar cuenta, llevábamos más de dos horas de charla.

El sábado, barbacoa en casa de Achim. Nunca pensé que acabaríamos a las dos de la mañana, tras hablar del sentido de la vida, de la Constitución Europea y de millones de cosas más. Qué envidia sana ver a su familia y a sus criejos corretear por el jardín. Sus ideas sobre el trabajo ("lo importante no es trabajar sino disfrutar trabajando"), sobre el tiempo ("vivimos demasiado deprisa, sin acordarnos de aprovechar cada momento que tenemos"), sobre la familia ("no me puedo pasar la vida protegiendo a mi hijo, es mucho mejor enseñarle para que lo haga él", "quiero que mis hijos vivan rodeados de gente de todas las edades, de diversos sitios... como en el mundo real")... Creeme... te encantaría conocerle.

Y el domingo, Raquel, Esperanza y Sergio pusieron la compañía española a la cerveza, la feria de Charlottenbug, el helado... Tres post-doc en Berlin... disfrutando simplemente de estar juntos.

Grandes personas, buen tiempo y cerveza para compartir... Este fin de semana he visitado lugares maravillosos sin necesidad de viajar... he crecido mucho... he aprendido mucho...

Seguramente, ninguno de los citados visitará este blog... En cualquier caso, de corazón, gracias, vielen Dank

1 comentario:

Gerthalas dijo...

Es una lástima que el frenético ritmo diario que nos imprime nuestro trabajo o nuestros estudios impida que disfrutemos de las cosas importantes en la vida: un café con los amigos, un paseo por el campo, ver llover, jugar con los niños pequeños... todas esas cosas que una vez hechas no reportan ningún beneficio cuantificable, pero sí uno mucho más importane: el placer de haber disfrutado ese tiempo. No por trabajo, ni por obligación, ni por casualidad... simplemente por gusto. Yo voy a dejar a un lado mi examen de anatomía esta noche y me voy al cine con mi hermana a ver Madagascar. A ver si nos echamos unas risas.
Me alegro Lucas de que ya hayan pasado esas nubes oscuras que impedían que tu sonrisa alumbrara Berlín. Un fuerte abrazo!