sábado, noviembre 19, 2011

Watanabe...

Vale, puede que yo no necesitara un viaje interior, o quizás simplemente, recorrí ese viaje sin necesidad de subirme a trenes sin destino... Quizás no necesité que un desconocido me ofreciera algo que beber, aunque compartí más de una copa con gentes que, en lo borroso de aquellos tiempos se me tornaron conocidos desconocidos. Y, desde luego, mi camino no fue tan trágico, ni en el sentido griego, ni en el más actual de la palabra...

Pero un día, al igual que Watanabe, descubrí que la persona que me hacía feliz no formaba parte de sueños ni de historias escritas por otros en muros del pasado, sino que era esa persona cercana, de carne y hueso, amiga y confidente, con la que compartía las más hermosas y divertidas aventuras...

Hace unos días terminé de leer Tokio Blues, de Murakami y, aunque parezca extraño, aún no tengo claro si es un libro para recomendar o no... Aunque creo que a mi me ha gustado...