Pidió un café con leche para mí y un zumo de naranja para él. No sentamos en una mesa de aquella cafetería anónima, cuyas paredes ya se sabían parte de nuestras historias. Me contó...
Ana es pasión, sueños y ecuaciones. Son letras y números ininteligible, mezclados en un papel entre gráficos que tampoco entiendo. Es una ecuación sin solución, un espacio infinito, ortogonal y etéreo donde se mezclan estadísticas y emociones, a la luz difusa de las lámparas de neón. Ana es pasado, presente y futuro. Pasado de alcohol barato, de parques y plazas en tardes de una primavera que no debería acabar nunca y que pronto acabará. Presente cibernético de ventanas pixeladas, con un lenguaje de sms que quizás yo sólo entienda, o que quizás yo tampoco entenderé. Futuro, futuro extraño y divergente, que quizás no sea más que pasado y presente, porque en estos momentos ni yo mismo entiendo hacia dónde fluye la vida y hacia dónde fluye mi tiempo...Cuando terminó sentí que su historia podría ser mi historia, con otro nombre y en otro lugar, pero con indénticos sentimientos y sensaciones. Y sintiendos un poquito más cerca el uno del otro, nos levantamos, dejando sobre la mesa nuestra melancolía recién estrenada entre una taza de café a medio terminar y un vaso rebosante de zumo de naranja.
3 comentarios:
Algo parecido me pasó escuchando a una amiga. Su historia podía ser perfectamente la mía, y es que, en el fondo, sabemos que no somos tan diferentes.
Saludos!
(cuuuentoooo, cuuuueeennntoooooo... Es un mensaje subliminal...) Jjejeje, es broma, sin presiones, eehh.
Pues ya te digo. ¡Leyendo tu carta he pensado que la historia de tu amigo también podría ser la mía!
beatriz: Estoy en un congreso en San Sebastián en el que pensé que tendría algo de tiempo libre para, entre otras cosas, acabar tu cuento. ¡Pero esto es un infierno de curro! Lo posponemos un poquito, ¿vale?
carlos: Pues ya es casualidad, si...
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