Otra vez se mueve nervioso entre las sábanas. Otra noche en blanco, otro amanecer que le sorprende sólo, cansado, triste y ansioso, sin saber por qué. ¿Cuándo empezó todo? Ya no lo recuerda... o quizás ya da igual. Si es tan sencillo, pero claro... ¿cómo?
La misma rutina, el mismo café, que hoy tampoco logrará despertarle del todo, las mismas galletas, que tampoco hoy tampoco le quitarán el hambre. Quizas hoy sí, quizas hoy sea el momento, pero ¿dónde?
La puerta del garage se abre despacio, muy despacio... La eternidad de un minuto... En media hora otra vez en el mismo ascensor... ¿será hoy el momento?
Conduce deliberadamente despacio, y al doblar la misma calle, aparece el mismo coche azul, el que hizo que hace días cambiara su recorrido...
Avanzan en hilera durante tres minutos y aparcan. El, en el 214... el coche azul en el 233. Espera otro minuto... todavía más largo... avanza despacio... entran juntos en el ascensor... su perfume, el que estrenó ayer, le embriaga de nuevo... piensa... si, hoy es el momento...
Pero ya han llegado a la octava planta y ella se despide con un
hasta luego. Las puertas se cierran...
...
Ella, cuando llega a su mesa, en la octava planta suspira... Está cansada... otra noche en blanco... desde que le conoció en el ascensor. Otro día más que espera a que aparezca el coche rojo del 214, otro día más conduciendo despacio para que no perderle... Ayer hasta cambió de perfume para sorprenderle... Pero no consigue que el chico del ascensor la invite a cenar...
...
20.10 p.m. Poco tiempo después de escribir esto, hace unos meses, él por fin se decidió, cenaron juntos y comenzaron una preciosa relación... Ahora viven separados, ella en Madrid, él en Lisboa... Y sé que ella, como yo, como tantos otros, también está pasando su bachecillo de soledad... Si lees esto, mucho ánimo...