Los sueños son como las aves migratorias... Cuando hace demasiado frío en el alma, cuando llega el invierno, emigran y no vuelven hasta que no vuelve el calor...
Debe haber por tanto un lugar donde anidan los sueños perdidos... Tiene que ser un lugar mágico, maravilloso, lleno de sueños de amor, felicidad, futuro y deseo... pero también un lugar triste y melancólico... porque quizás muchos de esos sueños queden allí para siempre o quizás, cuando quieran volver, el futuro no sea igual que el pasado y el sueño no sea más que un sueño perdido...
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Cuando el alma del viajero se enfrió de golpe, hace ya algún tiempo, los sueños volaron deprisa, antes de que se les congelaran las alas... Pero un sueño pequeñito, al echar a volar, se quedó enganchado en un jirón de alma... y allí lo encontró el viajero, aterido de frío, casi congelado...
Y, aunque al viajero entonces no le apetecía demasiado soñar - tampoco le apetece demasiado ahora - cuidó al sueño y le dió el poco calor que le quedaba, hasta que las alas del sueño se descongelaron y estuvo listo para partir...
Así, a los pocos días, el sueño partió, pero con la promesa de volver cada cierto tiempo y anidar por un día o dos en el alma del viajero, en espera de tiempos mejores, esperando que llegue la primavera...
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Actualizando el 29 de noviembre...
Inma, en los comentarios, ha pintado los sueños con un poquito de Benedetti:
Debe haber por tanto un lugar donde anidan los sueños perdidos... Tiene que ser un lugar mágico, maravilloso, lleno de sueños de amor, felicidad, futuro y deseo... pero también un lugar triste y melancólico... porque quizás muchos de esos sueños queden allí para siempre o quizás, cuando quieran volver, el futuro no sea igual que el pasado y el sueño no sea más que un sueño perdido...
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Cuando el alma del viajero se enfrió de golpe, hace ya algún tiempo, los sueños volaron deprisa, antes de que se les congelaran las alas... Pero un sueño pequeñito, al echar a volar, se quedó enganchado en un jirón de alma... y allí lo encontró el viajero, aterido de frío, casi congelado...
Y, aunque al viajero entonces no le apetecía demasiado soñar - tampoco le apetece demasiado ahora - cuidó al sueño y le dió el poco calor que le quedaba, hasta que las alas del sueño se descongelaron y estuvo listo para partir...
Así, a los pocos días, el sueño partió, pero con la promesa de volver cada cierto tiempo y anidar por un día o dos en el alma del viajero, en espera de tiempos mejores, esperando que llegue la primavera...
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Actualizando el 29 de noviembre...
Inma, en los comentarios, ha pintado los sueños con un poquito de Benedetti:
Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,¡Gracias mil! No conocía este fragmento... y me ha encantado...
no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,
no les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.